Un hombre, agobiado por una pesada deuda, acude a unos comerciantes de carnes y les ofrece carne humana a cambio del dinero ausente; llegan a un acuerdo; paga a sus acreedores…
El hombre, frente al espejo, enjabona su cara, afila en el cuero la navaja y se afeita meticulosamente; se lava y seca su rostro…
Limpia con cuidado la navaja y, una vez lista, se corta limpiamente la garganta.